lunes, 18 de junio de 2007


“En este BLOG se habla de descubrir la libertad de ser creativo, innovador y con sentido del humor; de arriesgarse a tomar decisiones y tener éxito en la vida, en el trabajo y en los juegos; de fomentar las virtudes que nos hacen vecinos, trabaja dores, patronos, padres, profesores y amigos apreciados, y de transmitir esos va lores a los que están en nuestros corazones o cerca de ellos. Este libro trata de volver a descubrirnos a nosotros mismos y a los demás, del modo más elemental y divertido que existe: el juego saludable.

Yo, Spencer, tenía menos de siete años cuando empecé a aprender de verdad cosas sobre mí mismo, y en la adolescencia, ya sabía todo lo que podía saber so bre mí. Aunque estaba seguro de que básicamente era aceptable, una voz interior me decía que nunca había sido muy bueno en nada, ni muy rápido, ni demasiado inteligente o popular, y, por supuesto, que no era un tipo duro. Pero esos mensajes no venían de mis padres, que eran los dos adorables y muy entregados. La mayo ría de los comentarios negativos provenían todos los días de mis amigos y mis compañeros de colegio, en el gimnasio, en el patio y en los lugares de recreo de mi vecindario.

Yo sólo quería pasármelo bien, jugar y hacer lo que hacen todos los chicos. Pero las burlas, las tomaduras de pelo y las intimidaciones convertían el juego en algo tan insoportable que me retiré del mundo para dedicarme a dibujar, a la mú sica y a otras actividades con las que disfrutaba, pero que me hacían sentir aislado. Nunca estaba muy a gusto entre mis compañeros, yio cierto es que muchos me inspiraban cierto temor. Sentía vergüenza y yo necesitaba tener confianza. Me criticaban y yo tenía necesidad de alabanzas, así que dejé de arriesgarme, y mi proceso de socialización se interrumpió cuando debería estar tendiendo mimano hacia los demás. No debía de ser el único que experimentaba esas sensacio nes y sufría esas conductas contraproducentes. Siendo ya adulto, otras personas mc confesaron que también habían tenido experiencias duras y humillantes en los juegos, y sus historias me resultaban muy familiares.

¿Dónde estaban los adultos para educarnos, para enseñarnos a jugar limpio y con delicadeza? Normalmente, no aparecían por el patio del colegio, ni por los parques, ni por las calles, que siempre han sido el territorio de los chicos. En la escuela, a veces había un período de calma, cuando por casualidad el profesor sorprendía a un alumno burlándose de otro o haciéndole daño. Los adultos nos decían siempre que lo importante no es ganar sino participar, pero pocas veces se respetaba esa máxima. En la práctica, sobre todo en las actividades deportivas di rigidas por adultos, nos abrumaban con lecciones duras sobre la naturaleza hu mana: «Hay que jugar para ganar y derribar al equipo contrario; la ley del más fuerte; alguien tiene que perder; las reglas son las reglas; ganando estarás entre los mejores; no hay cabida para los fallos; la velocidad, la fuerza y la astucia son virtudes que debemos venerar».

A medida que vamos creciendo, interiorizamos esos valores y los asumimos. Por eso preferimos ver la televisión a ir a bailar, cerramos las puertas por la noche porque no confiamos en los demás, no corremos riesgos en el trabajo porque no hay lugar para los que fallan, tenemos exceso de peso porque hemos perdido la alegría de vivir y no hacemos elogios ni los aceptamos porque somos maestros en el arte de humillar. Parece que siempre hay alguien que es mejor y que el éxito no es para nosotros. Estamos solos porque no sabemos compartir, y nuestros niños se pelean y se hacen daño.

Cuando somos pequeños, aprendemos muchos comportamientos dañinos y también serviciales a través de las experiencias de los juegos. Aprendemos a rela cionamos y a socializamos. La razón por la que muchos niños y adultos ya no son divertidos es porque hemos desterrado el juego de nuestras vidas. Ya no se ve ni se experimenta como algo divertido, como una cultura, y valoramos poco el juego y la diversión.

La mayoría de las actividades deportivas y juegos de niños y adultos no sal vaguardan el sentido de la autoestima ni la valía personal. Hay muy poca gente que todavía juegue limpio, y casi todos acabamos sintiéndonos perdedores. Por eso, hemos dejado de jugar y por eso, culturalmente, hemos dejado de ganar en el campo de la amistad, de la familia, del trabajo y de la educación. ¿Cómo pode mos amar a nuestro cónyuge cuando no hemos aprendido a compartir, a cuidar de los demás y a comprometemos? ¿Cómo podemos trabajar juntos si no sabemos colaborar con nuestros colegas? ¿Y cómo podemos aprender en la escuela cuando tememos por nuestra reputación, por nuestra seguridad e incluso por nuestra vida?

No podemos.

O mejor dicho, no podemos si seguimos por ese camino tan perjudicial y lleno de temores.

Lo bueno es que podemos satisfacer todas nuestras necesidades si nos decidi mos a cambiar de actitud y revisamos nuestra escala de valores cuando jugamos y trabajamos con los demás. Al cambiar de forma de pensar, nuestro comporta miento varía, y las interacciones con los demás son más fructíferas y profundas, porque el mismo proceso reaviva en nosotros el sentido de la alegría y del deleite. En la escuela, conseguimos aprender porque ya no nos distrae el miedo al ridículo ni las amenazas. En la oficina, el trabajo va mejor porque hemos descubierto cómo sacar partido de la cooperación y del trabajo en equipo. Y en casa vuelve a resurgir el amor, porque hemos aprendido a comunicamos y a preocuparnos los unos de los otros.

«Pero ¿no ibas a hablar del juego?», te preguntarás. « tiene que ver todo esto?» La relación ha estado siempre ahí, una relación desafortunada. Todas esas enseñanzas negativas que aprendemos jugando, las incorporamos a la vida, al trabajo y a nuestra casa.

En 1992, Charlie y yo fundamos una asociación que nació bajo la idea de que la creatividad, el humor y el juego son los fundamentos para mejorar el desarrollo personal y profesional. Primero ideamos un programa para las empresas en el cual se desarrollan las posibles aplicaciones del juego en la productividad. La siguIente aventura fue crear un programa divertido y eficaz que promoviera y con siguiera pautas de conducta socialmente positivas a través del juego saludable, y que se ha difundido por miles de organizaciones, grupos y personas que viven y trabajan en las trincheras con niños y adolescentes. Este programa se ha ido perfeccionando a través de los años, a medida que las actividades lúdicas destina das a encauzar el comportamiento de niños muy estimulados y a asesorar a las familias y a los educadores en los ámbitos de salud mental y educación, dieron el resultado previsto. Llegamos a la conclusión de que el juego saludable soluciona, de una forma sencilla y sugerente, muchos problemas que presenta la juventud actual. A través del juego, logramos modificar comportamientos agresivos, fomentar la cooperación y reforzar las conductas positivas. Aprender a jugar es una solución saludable, por eso hemos titulado el libro Cómo fomentar las actitudes de convivencia a través deijuego.

El libro está dedicado a reintroducir una forma sana de socialización a través del juego y el humor. Los enormes beneficios que reportan la diversión sana y el humor están abiertos para todos. Es importante que, como individuos y como so ciedad, retomemos lo que el juego tiene de real, de ideal, y de práctica para la vida.

El aprendizaje más fructífero se logra mediante el juego, y este concepto debe ser reconocido y recalcado. Se pretende que el juego sea una pista segura donde podamos practicar y fallar, y experimentar una y otra vez hasta conseguir una mejora personal constante. El juego no es sólo un conjunto de actividades para pasar el rato hasta que ya somos mayores y entramos en el mundo del tra bajo, es un mecanismo esencial con el que aprendemos a ser unos buenos padres, unos amigos leales, unos trabajadores eficientes, y, en última instancia, unos se

res humanos creativos, pacientes, comprometidos y honrados. No importa si eres padre, profesor, director, enfermera, médico, hombre, mujer o niño; descubrirás que la creatividad, el humor y el juego son medios muy valiosos para mejorar personal y profesionalmente.

A lo largo del libro encontrarás más de sesenta actividades única y exclusiva mente de entretenimiento. Con la descripción de cada actividad, hemos reseñado casi siempre unos valores morales (el valor educativo del juego) que se derivan de la participación en la actividad y que van más allá de la pura diversión. Algunas veces aludimos a un marco concreto donde se desarrolla el juego; otras, puede ser la casa o la escuela. Aun así, es posible transformar fácilmente el espacio para que cualquier persona en cualquier lugar se pueda beneficiar de la actividad.

A lo largo de estas páginas se explican los conocimientos y los medios necesa rios para crear una experiencia segura y sustanciosa. Cuando las necesidades de los participantes están por encima de lo demás, la magia de las experiencias individua les y colectivas desarrolla fuerzas armoniosas, socialmente satisfactorias y produc tivas. Nos gustaría invitarte a que averiguaras con nosotros de cuántas maneras el juego sano es una solución a los desafíos con los que se encuentra nuestra juventud en la actualidad. Te invitamos a que abras el corazón, la mente y el cuerpo mientras descubres la alegría de aprender a jugar y de jugar para aprender.

¡No dejes de refr! ¡No dejes de jugar!

Algunos apuntes sobre el juego

Todas las culturas han desarrollado y usado el juego como un medio para ense ñar a los niños las destrezas necesarias para la vida. El juego no está destinado úni camente a que los niños pasen el tiempo hasta que se hagan mayores y consigan un trabajo. Es el modo natural que tienen de aprender. A través del juego pueden prac ticar una y mil veces los comportamientos y las tareas necesarias para convenirse en adultos. Este proceso es fundamental en todos los niveles de la educación.

Hasta hace aproximadamente setenta y cinco años, se relacionaba la utilidad del juego con llegar a ser un adulto de provecho. Las actividades lúdicas versa ban sobre las comidas en familia, la caza, la ganadería, la confección de ropa y el cuidado de los hijos. Pero la sociedad actual es más urbana y el desarrollo del juego se ha centrado en dos objetivos: el entretenimiento y la competición. En cierto modo, estas dos facetas del juego han servido para ayudar a la humanidad a sobrellevar la vida agobiante de las ciudades. Sin embargo, con demasiada fre cuencia, el entretenimiento y la competición llegan a tal extremo que ya no repre sentan el verdadero significado del juego y su potencial educativo.

Se han gastado millones en investigaciones sobre el juego, y se han escrito muchos reportajes para documentar sus valores educativos. Nuestra meta no es añadir más retórica académica para intelectualizar, razonar o microanalizar la di námica del juego. Esos excesos han complicado enormemente todo lo relacio nado con las actividades lúdicas, y han creado la sensación de que sólo se pueden beneficiar del juego los que tienen buenas aptitudes físicas. El objetivo de nues tro programa consiste simplemente en capacitar a todo el mundo para que em piece a jugar de una forma sana.

¿Por qué el juego es una solución saludable?

1. Promueve habilidades sociales sanas

Con nuestro programa de juegos saludables, queremos proporcionar una so lución a lo que nos angustia en esas horas problemáticas. El programa, y este li bro, están diseñados para conseguir que los niños aprendan y desarrollen actitu des sociales sanas y positivas mientras juegan. Este es el objetivo real: actitudes sociales sanas. Cuando el juego es dirigido por un adulto responsable y protector (padres, profesores o jóvenes líderes), se descubren talentos maravillosos.

2. Encauza conductas agresivas

Se puede utilizar el juego sano para reducir y encauzar conductas agresivas en clase y en casa. Estas conductas aprendidas en el entorno escolar trascienden a los espacios de juego libre y a toda la comunidad docente. Por eso, después de que empezaran nuestras actividades el director de una escuela dijo:

—Han pasado dos meses y medio desde que enviaron por última vez a mi despacho a un alumno por pro blemas de conducta en el recreo.

Se crea un ambiente de seguridad en la escuela, que es la base para que el aprendizaje se lleve a cabo saludablemente.

3. Aumenta la autoestima

Todos los niños pueden ser educados para que desarrollen un concepto posi tivo de sí mismos. No basta con hablar o leer sobre la autoestima. Los niños tie nen un razonamiento demasiado positivo y no aprenden de esa forma. La autoes tima se consolida a partir de lo que se hace; por eso, los principios desarrollados en este libro consiguen que las cosas vayan mejor para todo el mundo.

4. Fomenta las relaciones sociales positivas

A través del juego, los niños aprenden a Ilevarse bien con los demás y a hacer amigos. Sean cuales sean los resultados académicos finales, es fundamental que aprendan las destrezas que les permitan relacionarse socialmente con los demás. Uno de los objetivos primordiales de la educación es desarrollar relaciones socia les fructíferas.

5. Promueve la participación

Nuestro método se basa en la creatividad y pretende conseguir que nadie se sienta marginado. Cuando el mejor queda el último y el objetivo del juego se hace más amplio, los alumnos se muestran siempre dispuestos a comportarse de la forma más correcta posible. En realidad, todos los niños quieren jugar, pero sólo cuando el juego es seguro y cuando saben que no pueden ser dañados ni fí sica ni moralmente.

6. Impulsa valores positivos para la vida

El juego sano genera valores positivos para la vida. Los niños se acostumbran a ser cariñosos, a compartir y a ser humanitarios y honrados. Y lo que es más im portante, las actividades del juego sano se convierten en la pista donde los niños asumen la responsabilidad personal de sus actos.

Una de las claves de este programa es que cada niño se responsabilice de lo que hace. Lo que se pretende de verdad es reforzar las cosas que hacen muy bien. Más adelante, comprobarás que el juego sano suscita comentarios como:

—/Vaya, qué bien lo has hecho! ¡Gracias por tener cuidado!

Tanto los compañeros como los mayores aprenden a elogiar los logros de los otros durante el juego. Asimismo, es responsabilidad tutelar de todos criticar las áreas en las que la conducta de un niño necesita mejorar y se requiere, por tanto, un aprendizaje adicional. Estos asuntos se pueden abordar de una forma segura durante las actividades con juegos saludables.

7. Mejora la salud emocional y física

Jugar todos los días es bueno para la salud emocional y física de los alumnos. Los niños no tienen capacidad para mantener la atención durante seis horas se uidas. De verdad que no. Una vez superado el concepto restrictivo de que el

juego sólo es entretenimiento, se puede empezar a utilizar como una solución sa ludable a cualquier tipo de problema que se presente diariamente en la clase.

Si tus alumnos no pueden permanecer sentados más tiempo, Ievántalos. Ellos ya han dejado de aprender y tú de enseñar. La situación se ha convertido en una batalla sin fin entre ellos y tú por el control. Cuando el juego se integra en el tiempo que se emplea para enseñar valores sociales, se transforma en una parte valiosa del currículo. No se pierde el tiempo. Un poco de ejercicio y de diversión liberan compuestos químicos naturales en el cuerpo que relajan y propician con ductas más productivas por parte del alumno. Desarrollar un corazón, unos pul mones y unos músculos sanos no es un beneficio secundario.

8. Desarrolla una cultura positiva de influencias

El último, pero no el menos importante de nuestros objetivos principales, es desarrollar una cultura positiva de influencias. Vamos a utilizar la influencia de los demás como una herramienta para aprender un comportamiento social desea ble. Estamos tan acostumbrados a pensar en los aspectos negativos del influjo de los otros que pasamos por alto los aspectos positivos. Nos hemos estancado en la creencia de que dicha influencia es casi siempre la causa del consumo de drogas o de las bandas callejeras. Pero por esa influencia también nos cepillamos los dientes, nos peinamos, nos duchamos, nos detenemos ante un semáforo en rojo, cruzamos si la luz es verde y promulgamos leyes. Como comprobarás, los funda mentos del juego saludable hacen que los alumnos que manifiestan y dominan los valores positivos, adquieran relevancia y lleguen a ser los líderes de la clase. Todos se fijarán en ellos y al final se harán con el control de la clase. El mensaje que tú y esa cultura positiva emitiréis es:

—Si quieres jugar en nuestra clase, tienes que hacerlo de esta forma positiva.

Como la clase querrá jugar, se esforzarán por hacerlo bien. Lo que los niños aprenden y la cultura que crean transfiere a todos los aspectos de la jornada escolar.

Nuestra filosofía

Para utilizar el juego como terapéutica, es necesario que prestes atención a dos reglas muy valiosas:

1. Jugamos para pasarlo bien.

2. Las personas son la parte más importante del juego.

El objetivo número uno es mantener la seguridad

La regla número uno para que los juegos resulten fructíferos es que no sean peligrosos. La primera regla que hubiera deseado tener en mi barrio cuando era pequeño es que si alguien daba la pica con mucha dureza, la acción no fuera vá lida. Recordarás aquellas formas tan bestias de dar la pica. ¡Bam! Siempre acaba ban con alguien en el suelo o con las lágrimas en los ojos. Bien, ¡pues ya no van a valer más! Y no sólo no valdrán. Si alguien da la pica con mucha fuerza y el otro cae al suelo, tiene que quedarse con él siguiendo la norma número uno. Se queda sin jugar hasta que su compañero se sienta mejor y pueda jugar de nuevo. La combinación de las entradas peligrosas y la norma número uno se convierte en un instrumento muy poderoso, y animamos a todos los padres y profesores a que cambien el estilo de los juegos para que sean menos agresivos.

Otra sugerencia para hacer que los juegos sean más seguros es centrarse en que se debe dar la pica sólo en las partes adecuadas del cuerpo. Cuando, por ejemplo, jugamos a Pica triple (véase pág. 70), podemos establecer que no se puede dar la pica con los pies o con las rodillas, porque es más probable que al guien termine seriamente lesionado. Nos podemos permitir cambiar el juego para hacerlo más seguro, porque todos los niños quieren sentirse a salvo.

Recompensa al equipo para fomentar la cooperación

Puedes recompensar al equipo con puntos de bonificación o con elogios. Puedes hacerlo a través de un juego convencional. Supongamos que estás jugando al baloncesto, pero quieres crear un sentido más profundo de participación y cooperación en tu grupo de niños. Imagina que hay dos equipos, y que les has dicho a ambos.

—Chicos, si sois capaces de conseguir que todos toquéis el balón, deforma que todos tengáis la oportunidad de jugar y hacer una canasta, vuestro equipo tendrá cincuenta puntos de bonificación.

—No necesitamos tus cochinos cincuenta puntos —dice el primer equipo.

Este equipo está compuesto por Betty, Janet, Al, Roger y Angie. Son un equipo de baloncesto fuerte de verdad, y da la casualidad de que Janet es la mejor jugadora del colegio. Los niños dicen que será la futura Michael Jordan. El pri mer equipo juega de la siguiente forma: cada vez que alguien consigue el balón, automáticamente va directo a Janet, porque es su tiradora hotshot y la que más puntos anota. Está claro que piensan que si Janet tiene el balón, anotará todas las

canastas y la puntuación de su equipo será más alta que la del segundo equipo. Parece no importarles que, en realidad, la única que juega en su equipo es Janet. En honor a la verdad, Janet juega muy bien y consigue anotar ella sola los treinta y seis puntos de su equipo.

En el segundo equipo nos encontramos a Cathy, Lori, Muriel, Susan y Shir ley. Este equipo acepta la bonificación de cincuenta puntos y adopta la actitud de decir:

—Vamos por los cincuenta puntos. Vamos a intentarlo de verdad y a pasar el balón.

Y juegan bien y comparten la pelota. Cathy es una buena jugadora, y también lo son Lori, Munel y Susan. De hecho, todas han conseguido sus canastas y sólo necesitan que Shirley enceste la suya para conseguir los cincuenta puntos. Pero para que Shirley consiga una canasta, su equipo tiene que anotar en la zona dere cha de la cancha, el sol ha de estar detrás y no puede soplar el viento demasiado fuerte. El segundo equipo todavía quiere los cincuenta puntos de bonificación y tendrá que ayudar a Shirley, proporcionándole una perfecta estructuración para su tiro. De repente, a Lon le llega el balón y se lo pasa a Shirley. Su equipo la anima:

—jVamos, Shirley, consigue los cincuenta puntos!

¡Oh, la presión! No es precisamente muy conocida por su habilidad en e! baloncesto, y es la primera vez que Shir!ey tiene un balón en sus manos en todo lo que va de curso. De hecho, para ella es tan raro que, momentáneamente, se olvida de! juego para reflexionar por qué los balones de baloncesto son naranjas y botan tan alto. Cuando pasa la confusión, tira, pero el balón no roza el aro. No obstante, ha tenido el balón en sus manos y ha sido emocionante de verdad. Y el juego continúa. Esta vez es Cathy la que le pasa el balón a su compañera Shirley. Ésta lo coge. El hecho de haber tenido el balón dos veces en sus manos la convierte en una jugadora activa de verdad. ¡Guau!, dos veces en cinco minutos.

—Vamos Shirley, consigue los cincuenta puntos—gritan sus compañeros.

Lanza y ahí va, detrás del tablero. La tercera vez, su compañera Muñe! se lo pone en bandeja. La colocación perfecta para Shirley. Lanza y el balón parece que se mueve a cámara lenta. No se sabe cómo pero empieza a sonar el tema orquestado de El Carro de los Dioses, mientras ¡uuups!, el balón entra gloriosa mente. En un instante, el segundo equipo está ganando sesenta a treinta y seis gracias a su decisión de jugar de forma cooperativa, y la niña que siempre fue ridiculizada por su escasa habilidad es ahora la heroína, la jugadora de los cincuenta puntos. La utilización creativa de la puntuación, la bonificación y las alabanzas se convierte en una forma diferente de reforzar la cooperación”.